Por David Marín Mora
Los que me conocen saben que soy una persona conciliadora. Me cuesta el conflicto y, si pudiera, evitaría cualquier conversación incómoda. El arte de confrontar no me sale natural; es algo que he tenido que aprender y ejercitar con intención. No vengo con ese chip.
Pero si hay un lugar donde he encontrado sabiduría práctica y profunda para hacerlo bien, no ha sido en libros de autoayuda ni en consejos de redes sociales. Ha sido en la Palabra de Dios. Y en especial, en las palabras de Jesús, quien nos enseña cómo confrontar sin herir, cómo hablar sin destruir, y cómo restaurar sin perder el amor.
Porque sí, hay momentos donde el silencio ya no alcanza. Callar puede parecer más fácil, pero a la larga daña. Y confrontar sin sabiduría también puede romper lo que queremos proteger. Entonces, ¿cómo y cuándo hablar?
- ¿Cuándo vale la pena confrontar?
“Si un creyente peca contra ti, habla con él en privado y hazle ver su falta.” — Mateo 18:15, NTV
No todo merece una confrontación. Jesús no dice “si alguien te molesta”, sino “si peca contra ti”. Eso nos invita a preguntarnos: ¿Esto afecta realmente la relación, o es solo una diferencia de personalidad?
Si la relación es importante (pareja, amistades, familia, compañeros de comunidad), no la descuidemos por miedo al conflicto. Confrontar con respeto puede ser el paso que evite una herida más profunda. A veces, no hablar a tiempo genera resentimiento que pudo haberse evitado.
-
- ¿Con qué actitud debo hablar?
“Si te escucha y confiesa su pecado, habrás recuperado a esa persona.” — Mateo 18:15, NTV
El objetivo no es ganar la discusión, sino ganar a la persona. Muchas veces hablamos desde el orgullo, desde el deseo de tener razón. Pero Jesús nos llama a hablar desde el amor y con el deseo de restaurar la relación..
Antes de decir algo, pregúntese: ¿Estoy hablando para sanar o solo para desahogarme? Si la motivación es correcta, el tono también lo será.
-
- ¿Cómo confrontar con sabiduría?
Jesús no solo nos da el “por qué” sino también el “cómo”. En Mateo 18:15-17 vemos un proceso:
- Primero, hablar en privado. Nada de indirectas, ni publicaciones pasivo-agresivas, ni chismes. Si algo le dolió, háblelo directamente y en privado. Un “cuando pasó esto, me sentí así” puede abrir la puerta al entendimiento.
- Si no hay cambio, buscar ayuda sabia. No para formar un bando, sino para buscar consejo y equilibrio. Jesús dice: “Lleva contigo a uno o dos más” (Mateo 18:16, NTV).
- Si aún no hay respuesta, acudir a líderes espirituales. No para exponer, sino para restaurar. Si aun así no hay disposición, Jesús habla de poner límites saludables.
“Si la persona aún se niega a escuchar… trátala como a un pagano o un cobrador de impuestos.” — Mateo 18:17, NTV
Esto no significa rechazar, sino reconocer que no podemos forzar a alguien a cambiar, pero sí podemos decidir cómo proteger nuestro corazón.
¿Por qué hacerlo así?
“Les digo también: si dos de ustedes se ponen de acuerdo… mi Padre en el cielo lo concederá. Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos.” — Mateo 18:19-20, NTV
Cuando buscamos la paz con otros, Dios se involucra. Nos acompaña, nos da sabiduría y está presente en medio de nuestras conversaciones difíciles.
Además, la Biblia es clara:
“No alimentes odio en tu corazón… confróntalos directamente para que no seas cómplice de su culpa… ama a tu prójimo como a ti mismo.” — Levítico 19:17-18, NTV
Dios nos llama a hablar la verdad con amor. No para dañar, sino para sanar. No para imponer, sino para restaurar.
Confrontar puede dar miedo, pero es una herramienta poderosa para fortalecer nuestras relaciones. Y si lo hacemos como Jesús lo enseñó, podemos esperar fruto de reconciliación, libertad y madurez. ¿Quiere hablar con alguien o necesita ayuda para manejar una situación difícil? Escríbanos o hable con uno de nuestros líderes. No está solo.
David Marín Mora
David Marín Mora es líder del grupo de jóvenes universitarios Neos Plus en la Iglesia Vida Abundante del Oeste. Periodista de formación, actualmente cursa una maestría en estudios bíblicos en ProMeta-Kairos, convencido de que el evangelio puede transformar cada rincón de la vida. Está casado con Daniela Ochoa, su mejor amiga y compañera en la misión. Juntos creen en una Iglesia que ama, acompaña y forma discípulos con compasión y verdad.
- This author does not have any more posts