Nos sentimos con la capacidad suficiente para adaptarnos al medio que nos rodea. Nosotros por nuestras propias fuerzas y méritos no somos suficiente para afrontar todo lo que esta vida nos plantea diariamente, incluyendo pruebas, dudas, problemas, escasez y la lista podría continuar. Llegamos a ser suficiente porque Dios está de nuestro lado y en nosotros. Ahí donde somos débiles, Él es fuerte. Ahí donde hay escasez, Él trae abundancia. Ahí donde sentimos que ya no podemos más, Él trae nuevas fuerzas. Pablo lo dice en su carta a la iglesia en Corinto.
“Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.” 2 Corintios 12:9
Es una paradoja, es difícil de entender, pero es una realidad y somos testigos de ello cuando lo experimentamos. Cuando somos débiles, somos fuertes. Porque Él es fuerte, nos ama y está con nosotros.
La cantidad de amor que encontramos en Dios es suficiente para amarnos a nosotros mismos y para amar a los demás. Debemos estar conectados a Él para llenarnos de Su amor y adquirir la capacidad de amar.
Donde no fuimos amados, Dios nos ama. Donde no entendemos cómo amarnos, Dios nos enseña a hacerlo. Donde no sabemos perdonarnos, Dios nos perdona y nos modela cómo hacerlo. Donde no sabemos cómo amar a otros, Dios nos da Su ejemplo. Que la frase “Dios te ama” no se quede en las palabras ni en las canciones. Dios nos ama y eso es suficiente. Suficiente para aprender a amarnos. Suficiente para aprender a amar a otros.